Me lo quedé mirando. Una parte de mí me decía que me fuese, que no debía confiar en los demás, pero otra parte me. decía que no quedase, que valía la pena. Pero eso muchas veces me había pasado. Y es que lo había visto tantas veces. Había visto como en mi grupo hacían "amigos", había visto como la gente se rompía el corazón mutuamente. ¡Incluso había visto como llegaban a matarse! Mi grupo era simpático, sí, pero me hacían no tener fe en los demás. Tal vez sonaría cruel, por ser mis amigos, pero es que había que verlos. Me había costado mucho llegar a ser la líder y conseguir que reinase la paz.
-¿En qué piensas tanto?-me preguntó él devolviéndome a la realidad.
-En nada.
-Dímelo.
-No tengo porque.
Suspiró resignado.
-Bien, como quieras.
Más tarde bajamos y paseamos por parques hasta sentarnos en el banco de una parada de autobuses.
-¿Te lo pasaste bien?-le pregunté mirándole.
Asintió y murmuró un "gracias", que recibió un "de nada" de mi parte.
Vimos el bus llegar y rápidamente nos subimos sentándonos hasta que nos llevó al Campamento Mestizo. Una vez allí, nos despedimos con un rápido abrazo de su parte y una cara de sorpresa de la mía, pero me encogí de hombros yendo a mi cabaña, donde me tumbé agotada pensando en todo.
El olor al perfume del pelo seta llegó a mí, y pude disfrutar de él mientras abrazaba la almohada acomodándome. He de decir que Jace tenía buen gusto en cuanto a colonias.
En menos de lo que canta un gallo ya estaba durmiendo acompañada de su agradable olor, como si durmiese con él.
En menos de lo que canta un gallo ya estaba durmiendo acompañada de su agradable olor, como si durmiese con él.
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