Capitulo L ~ Al rescate

No sabía que había pasado, la verdad. Estaba tan tranquila con su flor entre mis dedos y de un momento a otro me estaban atacando unas quimeras. Enseguida vinieron los demás, debido a los gritos que daba mientras intentaba esquivar sus ataques, al no tener armas.
De la nada bajaron dos chicas en pegaso. Y ahora que me fijaba, eran Alex y Jalia, que se presentaron para Jace, que no las conocía.

-No necesitamos vuestra ayuda-dije, ya con mi espada en mano.

Lancé estocada tras estocada, viendo como por el rabillo del ojo Jalia alzaba las cejas como diciendo "¿Me estás hablando en serio? Miraos."
Tuve que aceptar que era cierto que necesitábamos ayuda, porque los bichos esos eran bastante... Letales.
Vi a Jalia y a Alex unirse a la batalla, cortando cabezas y lanzando estocadas por doquier. Hice lo mismo que ellas, hasta solo quedó una que quería enfrentarse a Jace y a mí. Nos pusimos codo con codo, preparados para darle fin a su vida.

-Dejadnosla a nosotros-dije resollando, con la respiración agitada.

Asistieron y se alejaron lo suficiente como para darnos espacio, pero también para atacar si era necesario.

-¿Preparado?-susurré a Jace.

-Preparado-le oí susurrar.

Y entonces ambos atacamos, de frente. Siempre de frente. A un enemigo le tienes que infundir respeto por su imagen, no miedo porque le vayas a atacar por detrás. O al menos esa era mi opinión.
Cortamos cabeza por cabeza, hasta que solo quedó una, la del centro.

-¡Yo me encargo!-grité apartándolo.

Miré a la bestia atentamente a los ojos, viendo como me devolvía la mirada. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral.

-¡¿Vas de heroína, Lexi?!-me gritó Alex desde un lado.

-¡No me culpes, tengo más experiencia!-fue mi respuesta, sin apartar la mirada de la bestia que se
cernía ante mí.

-¡Muere, bi...!-alcancé a gritar, antes de que se abalanzara sobre mí y me aplastase con su enorme peso.

-¡Lexi!-oí a Jace gritar.

Jadeé sintiendo como el monstruo se convertía en polvo. Lo había matado. Él había caído sobre mí espada.

-Menos mal que se convierten en polvo...-dije en un susurro.

Rápidamente todos se abalanzaron sobre mí, comprobando que estuviera bien, y así era. Tan solo tenía rasguños como todos.

-Tenemos que ponernos en marcha-dije poniéndome de pie como si nada, sacudiendo mi ropa.

Ibally me miró con la boca abierta.

-¿Pero estás bien?-dijo.

-Sí. Tal vez el monstruo estuviese algo gordo, pero no es para tanto.

-Pero...-comenzó Ibally.

-Pero nada, continuemos.

Y eso hicimos. Recogimos el campamento improvisado y caminamos y caminamos, hasta que nos dolieron las piernas.

De pronto, nos adentramos en una zona del bosque donde estaba todo escuro, por mucho sol que se filtrase. Era como si tuviésemos una manta con pequeños agujeros por encima de nuestras cabezas.

Caminamos por un sendero bordeado por todo tipo de plantas y árboles y, de repente, ante nuestras narices apareció un pueblo. Parecía uno fantasma, con las casas medio destruidas y la gente vagando en silencio. Parecía que estaban incomunicados, y los letreros colgando de algunos escaparates daban realmente un aspecto siniestro al lugar.

No hay comentarios :

Publicar un comentario