Capítulo XXXIV ~ La charlatana

Desde que yo me había subido detrás de Alex en el pegaso, sentía la mirada abrasadora de Tiana clavada en la espalda. Dios, esa chica sí que daba miedo...

Y en cierto momento, me había acercado curiosa a ver esa especie de holograma que utilizó ella para hablar con no se quién, creo que su novio, el cual era... ¿pues normal? En fin. Bueno, volviendo al tema de antes, su mirada de odio era como una estaca clavada en la espalda.


Cansada, solté un suspiro dándome la vuelta en el pegaso y apartando mi cabello de la cara.


-¿Qué quieres?


Parece que ella solo necesitó eso para escupir las palabras con rabia.


-¿Qué sientes por mi novio, zorra?


Sonreí con diversión mirando mis uñas desinteresadamente.


-Pena, cariño, siento pena de que sea tu novio.


-¡¿Cómo te atreves?!-rugió ella.


-Atreviéndome, hija de Iris.-dije dándome la vuelta y acariciando el pelaje del bello animal.


La oí gruñir y no pude evitar que una sonrisa divertida curvase mis labios. El resto del viaje fue un muermo. ¿Por qué? Pues porque Tania no dejaba de quejarse de que Jace la iba a dejar, y es que normal, no se calla ni debajo del agua. Ahora que lo pienso... excelente teoría, la pondré a prueba más adelante.


-¿En qué piensas?-interrumpió mis pensamientos Alex.


-En que ahogar a Tiana es una buena forma de callarla.


Me miró divertida sonriendo levemente, aunque no dijo nada.


Minutos más tarde, por fin tuvimos que aterrizar ya que los pobres animales necesitaban reposar y coger fuerzas para al día siguiente irnos al alba.


Estábamos en un bosque apartado de la sociedad donde había árboles frondosos y arbustos con bayas por doquier. Era un panorama precioso, pero mi bonita paz se interrumpió cuando Tiana apareció detrás de mí. ¿Y ahora qué quería?


-Sé que quieres algo con él-dijo ella mirándome con odio.


-¡Pero si ni hablé con el!


-¿Y? Te pareció guapo.


-Por amor de dios, ni pude verlo de lo que me gritaste.


-¡Zorra!-me gritó mientras se abalanzaba sobre mí.


Por acto reflejo la apunté con mi daga mientras veía aparecer a mis nuevos compañeros por detrás de ella.


Su llanto fingido me devolvió a la realidad.


-Me iba a atacar-dijo sollozando.


Y sabía que la iban a creer. Y yo solo me limité a guardar mi daga con mirada glacial.


Espero que os haya gustado.
Aleteos de las alas de las bambas de Hermes.
Hazel McFly

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