-Por favor, siéntate Nié Collins, hija de Hermes.
Creo que abrí la boca y luego me senté.
Me gustaba la primera parte, que me habían reconocido, mi padre o madre divino se ha fijado en la niña que ha dejado en un orfanato durante toda su vida. Lo que más me gustaba, era la idea de poder irme de esa porquería de casita que llaman Cabaña de Hermes y poder dormir en una cama de verdad. Lo malo era que la frase tenía una segunda parte, y esa segunda parte decía que me tenía que quedar en esa "cabaña" asquerosa llena de semidioses raritos. He descubierto que odio las hogueras.
Norah me miraba, en realidad, todos me miraban. Murmuraban. Se reían. Cinco minutos depués se pasó la novedad, los campistas hablaban animadamente y comían nubes. Al terminar, me levanté, seguía sin creerme quien era mi padre. Estaba a punto de ir a mi cabaña cuando se me cruzó una campista:
-Vaya, hija de Hermes. Has tenido suerte de que te reconozcan pronto...
-Gracias?- dije yo
-Soy Jalia, hija de Fobos, encantada
Era la chica de la enfermería, Jalia. Era guapa, aunque diera un poco de miedito.
-Bueno, a mi ya me conoce todo el mundo, soy Nié, y ya sabes quien es mi padre- dije bajando la mirada
-Ya te acostumbrarás, todos pasamos por eso.
-Si, pero yo duermo en una esquina, en el suelo. Y el resto del mundo en una cama. Es una injusticia monumental.
-Yo también pasé por eso, pero durante mucho más tiempo y sé que es horrible.
-Gracias, supongo.
Después me fui, me giré para asegurarme de que seguía allí, me miraba, inmóvil, me despedí con un gesto de la mano y la chica (Jalia) también se fue.
Me planté delante de mi cabaña, la puerta estaba cerrada. Una puerta blanca. Pero parecía transparente, se oían los gritos de dentro y cualquiera podía imaginarse lo que pasaba dentro. Ya no podía ver esa cabaña del mismo modo. Antes podía pensar "Ánimo Nié, solo tienes que soportar a esta manda de gorilas enloquecidos un tiempo más, después te reconocerán y serás libre, harás amigos en una nueva cabaña limpia y con espacio". Pero ahora tengo que pensar: "Ánimo Nié, solo tienes que soportar a esta panda de gorilas enloquecidos hasta que te mueras, o hasta que se mueran ellos, lo que ocurra primero".
Respiré hondo (unas 4 o 5 veces) y llamé a la puerta. Un chico me abrió, a lo mejor era el que me había abierto la primera vez, pero quien sabe, para mi son todos iguales. No me dijo nada, se apartó y me dejó pasar. Durante mi trayecto hacia una esquina vacía(era una suerte que había una) recibí varios almohadazos pero llegué, llena de plumas, pero llegué. Estaba cansada, eran demasiadas emociones en un día. Estiré la manta que me habían dado en el suelo y me dormí al minuto. Estaba pensando en Hermes. Dios de los mensajeros, de los viajeros, de los ladrones y el mensajero de los dioses. Me dormí buscando respuesta a una pregunta que rondaba por mi cabeza: ¿Hermes, dios de los mensajes, me enviará algún mensaje?
Besukis :3, Piper McLean
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